En la actualidad, las recomendaciones nutricionales indican disminuir el consumo de grasa saturada, pero hay excepciones en cuanto al coco.
Si bien es cierto que su tipo de grasa es saturada, en buena parte es de cadena corta. Esta cualidad química le confiere la particularidad de ser un tipo de grasa que no demanda mucho trabajo digestivo, de manera que su asimilación y utilización son más rápidas.
En la medida que se consuma moderadamente, tanto su grasa como sus calorías (384cal en cada 100g de coco fresco), pueden ser bien aprovechadas por nuestro cuerpo.
El coco fresco es rico en fibra, aporta proteína, y azúcares. En cuanto a sus minerales destaca el calcio, magnesio, selenio y potasio, mientras que el ácido fólico resalta entre las vitaminas.
Las personas con niveles elevados de colesterol y triglicéridos deben cuidar su consumo, así como los que sufren de sobrepeso. Para el adulto mayor, el coco rallado es un buen alimento para complementar las comidas y postres.
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