“Desde pequeña, tomaba leche y, claro, cuando era adolescente, su consumo no era tan obligatorio. Sin embargo, ya en la adultez, al tomar leche, me sentía pesada y notaba que mi digestión se volvía más lenta. Así, me di cuenta de que la leche empeoraba mi digestión”. Este es el discurso que escucho en algunos de mis pacientes, quienes terminan con la pregunta: ¿la leche empeora la digestión?
La respuesta es no: la leche no empeora la función digestiva. Lo que sucede es que la lactosa, que es el azúcar de la leche, se digiere con una enzima que el cuerpo produce en la medida en que haya presencia de lactosa en nuestro sistema. Cuando dejamos de consumir lactosa en los alimentos, el cuerpo reduce la producción de la enzima lactasa.
Al consumir lácteos o alimentos que contienen lactosa, pueden aparecer malestares durante la digestión. A esto se le llama intolerancia a la lactosa secundaria.
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