CARMEN FLOR (40, Magdalena). Desde que bajé de peso y recuperé mi figura de soltera y antes de ser mamá, mi esposo se ha puesto muy celoso, al punto que ha llevado a vivir con nosotros a mi suegra para que controle cada paso que doy.
Después de dos años de matrimonio encargamos bebé y yo me subí de peso porque durante el embarazo me dio un hambre atroz.
Pero después de dar a luz y cumplir con el periodo de lactancia, me matriculé en un gimnasio y con mucha disciplina pude recuperar mi figura, he vuelto a ponerme mis jeans ceñidos y polos pegados que había dejado de usar porque se me notaban los rollitos.
Desde entonces, doctora, mi marido se ha puesto como un Otelo y como dejé de trabajar para cuidar a mi bebé, me llama todo el día por teléfono, controla mis salidas así lo haga con nuestro hijo y cuando voy al gimnasio me timbra a cada rato y no me deja hacer los ejercicios con tranquilidad.
Pero en el colmo de sus celos ha llevado a vivir con nosotros a su madre y al parecer le ha dado instrucciones de vigilarme, pues mi suegra ya parece mi guachimán.
Me acompaña al gimnasio y va con el bebé con el pretexto de sacarlo a pasear y si algún día me reuno con mis amigas también va conmigo, me deja en el restaurante y después se va a dar vueltas hasta la hora de regresar a casa.
En más de una oportunidad le he dicho a mi esposo que su desconfianza me atormenta, que me hace sentir mal y está malogrando la relación, pero Federico me responde que lo hace para que nadie me falte el respeto y porque una señora casada no puede caminar sola por la calle.
Sinceramente no sé qué hacer, pues entre mi esposo y mi suegra me van a volver loca.