Tres ángeles le salvaron la vida a Pold Gastello. El primero, un joven venezolano que lo encontró solo en su habitación cuando sufría una grave crisis respiratoria. El segundo, un taxista que lo trasladó moribundo hasta una clínica pese a saber que tenía COVID-19. El tercero, la productora Michelle Alexander, quien le consiguió una habitación con un respirador y una ambulancia UCI. “A mí me ha salvado la solidaridad”, expresa completamente convencido.
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Inducido al coma por 10 días, hoy Pold solo añora tener la lucidez suficiente para saber cuál es su misión en este mundo.
¿Qué ha cambiado en tu vida tras este episodio?
Tener el privilegio de la vida me compromete, en primer lugar, a vivir agradecido. Siento que cada día, cada minuto, es un regalo; que la fe y Dios son necesarios en nuestras vidas. Ahora me siento comprometido, ojalá tenga la lucidez suficiente para saber cuál es mi misión en este segundo capítulo en mi vida.
¿Cuál sería tu aprendizaje personal?
He aprendido el valor de la solidaridad. A mí me ha salvado la solidaridad. Me cuentan que estuve 25 minutos muriéndome en una silla de ruedas y nadie me quería llevar, hasta que aparece este segundo ángel (taxista) que no solo me reconoce, sino que le comenta a mi amigo venezolano que me ha trasladado dos veces antes y “me parece una buena persona”. ¿Qué pasa si me portaba mal con este señor? Esto me hace pensar que en la vida todo tiene una repercusión, quizás no mañana, pero sí en 10 años. Y que tenemos que ser amables, tener empatía por el resto, porque es como “hoy por ti, mañana por ti”.
Y en este nuevo capítulo de tu vida, ¿qué planes quieres ejecutar?
Paradójicamente siento que ahora tengo que ir con calma, porque yo he sido alguien que no sé si por la pasión que siento por lo que hago, siempre he estado metido en 40 proyectos y eso también, de alguna manera, te pasa la factura. Hay muchas cosas que quiero hacer y las voy hacer, pero quiero tomar la vida con calma, tampoco es buena obsesionarse. Hay que vivir el presente, porque no sabemos si mañana estamos.
Cuando estuviste consciente, ¿pensaste en la muerte?
En algún momento, en esa etapa en la que no sabes si te quedas o te vas a ir, sí la he sentido en la soledad de UCI. He pensado en algún momento: “Bueno, si me estoy yendo (muerte), ¿cómo me voy?”. Felizmente mis respuestas fueron positivas. No le hecho daño a nadie, al menos no de manera intencional y, además, he hecho lo que me ha dado la gana, Dios me ha permitido que sea actor, que sea feliz haciendo lo que hago, que pueda ayudar a mi familia, entonces no me tenía porqué ir mal; pero por otro lado viene la aferración, el “todavía me faltan muchas cosas, estoy joven, no me quiero ir”.
¿Cómo estás ahora?
Bien, bastante bien. Para todo lo que he visto de las secuelas que normalmente tiene alguien que ha pasado por este proceso de entubamiento, yo siento que estoy avanzando bastante bien felizmente y gracias a Dios. Jugó a favor que no tenía ninguna enfermedad preestablecida y que no estaba tan mayor.
En una entrevista comentaste que en algún momento, cuando ya estabas con los síntomas, sentiste miedo y que eso te jugó en contra. ¿Qué mensaje le darías a quienes recientemente han sido diagnosticados con COVID-19?
Que seamos fuerte anímicamente. Lo que pasa es que en mi caso la tragedia familiar se complicó porque éramos 3 hermanos contagiados en simultáneo, tenemos un papá que es discapacitado, entonces yo siento que no pude ser fuerte mentalmente en esos momentos en los que uno tiene que calmarse. Pero también sé que es terrible pedirle a la gente que se tranquilice o que no se estrese cuando vivimos momentos que nos desesperan por no tener cómo solucionar un problema. Yo en todo momento confié que esto no se iba agravar, pero no hay que esperar el último momento, uno no puede dejar pasar las cosas.