Es lo que revela un estudio publicado en la prestigiosa revista científica American Journal of Clinical Nutrition: los niños que consumen leche entera, es decir aquella que conserva el contenido original de grasa (3.5%), en comparación con los que consumen leche descremada o baja en grasa (1 a 2%), registran un índice de masa corporal en 0,72 unidades menor. Esto puede representar algunos kilos de peso menos.
Al parecer, este beneficio se da por el nivel de saciedad que genera la grasa de la leche entera en el niño en relación a la leche descremada. Al sentirse más satisfecho controla mejor los horarios de alimentación, así como el estímulo de comer y dejar de hacerlo disminuyendo la ingesta de alimentos con mayor contenido de calorías.
Es comparable con el efecto de la leche materna en relación al control de la ingesta; la leche materna es más grasosa hacia el final de la lactada de manera que aparecen los signos de saciedad en el infante. Este es un mecanismo de autorregulación. Recuerden, los niños requieren alimento solo cada 3 a 4 horas..
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