Don José Luis cautivó el corazón de miles de peruanos en redes sociales por su ímpetu emprendedor. En 1977 participó en la Feria del Hogar y tuvo grandes contratos con los supermercados de la época como Monterrey y Scala. Tristemente, sus productos dejaron de ser distribuidos y ahora, a sus 90 años, recorre los mercados de Lima con termo en mano para compartir con los transeúntes el sabor de su emoliente hecho 100% con cebada y linaza.
¿Cómo empezó a vender emolientes?
Llegué a Lima cuando tenía, más o menos, unos 25 años para trabajar. Soy de Chiclayo, empecé vendiendo sobres de canela y otras cosas, pero luego me animé por los emolientes. Inventé mi propia fórmula y empecé a venderla al público.
¿Qué diferencia su producto de otros negocios?
La mayoría le ponen cáscara de piña, que es sucia, y cola de caballo que, muchas veces, ni siquiera la lavan al envasar. Eso es malo para la salud. Mi emoliente tiene pura cebada y linaza, yo lo tomo dos veces al día y ¡míreme! Estoy muy bien de salud.
¿En su mejor época cómo era el éxito de su negocio?
En mi mejor momento logré ganar más de 30 mil soles en un mes por mis contratos. Vendiendo mi emoliente eduqué a mis hijos, una es médico, el otro abogado y uno más que también es profesional. Son mi orgullo.
¿Cuál fue su reacción a salir del supermercado?
Para mí fue un golpe muy duro. Dejé de producir como por 6 años. Con la pandemia fue peor, pero ahora estoy empezando de nuevo visitando todos los lugares donde tienen mi producto para que la gente lo pruebe.
Actualmente, ¿cuál es su situación?
Ahorita vivo solo. Tengo a una persona que me ayuda a envasar y hago mis emolientes a pedido. Me alegra que cada vez la gente está conociendo mi producto de nuevo y les gusta porque es rico y fácil de preparar.
¿Cuál es su consejo para otros emprendedores?
Las cosas se logran trabajando mucho. A los jóvenes les diría que aprovechen mucho su tiempo. Y a todos que no hay edad para empezar de nuevo. Mientras haya salud puedo trabajar y eso me hace feliz.
MÁS INFO
Una frase que me gusta:
“A mí nadie me motiva, yo me motivo solo”.
A los que no se atreven a emprender les diría:
“No hay edad para volver a empezar”.
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