El cuy es el sustento de muchas familias peruanas. En las zonas altoandinas, las viviendas, construidas por lo general de adobe, cuentan con espacios destinados para la crianza de este animal, que les permite reproducirlos y mantenerlos en el ambiente que ellos necesitan. Algunos hogares se dedican a la crianza para la venta a restaurantes o espacios gastronómicos donde preparan deliciosos platos típicos.

El valor nutricional del cuy radica en su alta concentración de proteína, que alcanza cerca de los 20 g, y una parte de ella es de tipo colágeno que, incluso, se concentra en la piel. Por otro lado, es una de las carnes más bajas en grasa lo que la hace especialmente ventajosa para las personas que tienen problemas de grasas elevadas en sangre.

También aporta hierro y calcio, dos minerales muy importantes en todas las etapas de la vida, sobre todo en niños menores de 5 años y en la adolescencia donde se da un estirón de crecimiento. El cuy se puede disfrutar al horno, parrilla, al palo, en chiriuchu, sopa, chactado, frito, etc.

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