La palabra “salvia” proviene del vocablo latino “salvare”. Es considerada una planta sagrada y sus usos son múltiples. Los griegos decían que otorgaba fertilidad a las mujeres. Fue usada como antídoto en el control de las epidemias de peste.
Su mayor popularidad reside en que es excelente en el tratamiento de las enfermedades propias de la mujer como los sofocos de la menopausia, las alteraciones de la regla o el síndrome premenstrual.
El efecto antisudoral de la salvia ha sido muy estudiado, así también es muy recomendado para el control febril.
Si deseamos tener una piel joven, podemos hacer un baño de vapor con una tisana de salvia. Es también muy útil para hacer gárgaras en caso de anginas, amigdalitis, ronquera, afonía y faringitis.
Para potenciar sus propiedades antisépticas y antiinflamatorias se combina muy bien con el romero, el tomillo y el eucalipto. Además, se puede hacer un emoliente delicioso combinándola con menta, anís, hinojo y manzanilla.
Para el tratamiento y cicatrización de cortes, heridas y úlceras se prepara un macerado con 20 gramos de hojas secas en 3/4 de litro de agua o bien se aplica la planta fresca sobre la herida.
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